Después de mucho mucho tiempo de tener
este blog abandonado, algo me llamó a escribir. Me llegó por mail
este video...
No se si fue la manifestación contra
el gobierno nacional de esta semana, sus repercusiones dentro de mi
entorno y a nivel mediático, la falta de profundidad generalizada
con la que la que se viene evaluando la realidad, los discursos
confrontativos en TODOS los niveles de la sociedad, la necesidad
infantil de gritar: paren el mundo que me quiero bajar...
En fin, muchos
factores hicieron que conteste esto:
El problema no está
en el primer video, sino en el segundo. No veo nada de malo en el
concepto de que la mayor parte de nuestros ingresos se devuelva a la
comunidad, de hecho, si volvieramos al principio de las
organizaciones comunitarias, probablemente el porcentaje sería
mayor.
El problema está
en que el sistema capitalista tergiversó la noción de tributo, en
la palabra está su esencia real. El mecanismo tributarista del que
somos víctimas en este sistema, no digo en este país porque lo que
pasa en Norteamércia es aún más nefasto, permite la malversación
de fondos teñida de democracia. Así, unos pocos que nos gobiernan
deciden qué hacer con el esfuerzo de la gente.
Si trabajáramos en
negro, quien se quedaría con esta diferencia, serían los
empleadores. Y créeme que lo digo por experiencia.
La solución no
está en quitar los impuestos, sino en crear conciencia del nivel de
responsabilidad que tenemos como ciudadanos una vez que se nos
descuenta ese monto. Nos hicieron creer, y nosotros aceptamos porque
somos cómodos, que una vez que el fisco te descuenta los impuestos,
el problema ya no es nuestro sino del fisco.
Nosotros permitimos
que ellos nos mientan descaradamente sobre el destino de nuestra
fuerza de trabajo. Es ahí donde el sistema se vuelve aún más
maquiavélico. Hay una especie de contrato preestablecido entre los
gobiernos y el pueblo, sin excepción.
Ellos mienten,
sabiendo que mienten, mientras nosotros aceptamos sus mentiras,
sabiendo la verdad, a cambio de seguir alimentando este sistema con
nuestra sangre y mantener el statu quo. Porque, por más de que esta
realidad no sea la mejor para nuestra clase social, nos aterra el
cambio y la posibilidad de vivir en el supuesto caos que ellos dicen
que habrá si las cosas llegan a cambiar.
Quizás la anarquía
no era tan mala después de todo...
Ojalá llegue el
día en que nos demos cuenta que somos una sola cosa y trabajemos en
unidad más allá de toda distinción ideológica
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